La acalasia aparece como resultado del daño en los nervios del conducto que transporta los alimentos (el esófago) y no permite que este los empuje hacia el estómago. Puede ser el resultado de una respuesta anormal del sistema inmunitario.
Los síntomas incluyen un flujo inverso de alimentos en la garganta (regurgitación), dolor en el pecho y tos. La pérdida de peso es frecuente.
Por lo general, la acalasia se puede controlar con un tratamiento o una cirugía mínimamente invasivos (endoscópicos).