Obesidad
La obesidad no es solo un problema estético. Es un problema médico que aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca, diabetes y ciertos tipos de cáncer.
Perspectiva general
La obesidad es una enfermedad compleja que consiste en tener demasiada grasa corporal. La obesidad no es solo un problema estético. Es un problema médico que aumenta el riesgo para muchas otras enfermedades y problemas de salud. Estos pueden incluir enfermedades cardíacas, diabetes, presión arterial alta, colesterol alto, enfermedad hepática, apnea del sueño y determinados tipos de cáncer.
Hay muchas razones por las que algunas personas tienen dificultad para perder peso. A menudo, la obesidad es el resultado de factores hereditarios, fisiológicos y ambientales, combinados con la alimentación, la actividad física y las opciones de ejercicio.
Lo bueno es que incluso una modesta pérdida de peso puede mejorar o prevenir los problemas de salud relacionados con la obesidad. Una alimentación más saludable, un mayor nivel de actividad física y los cambios de conducta pueden ayudarte a bajar de peso. Los medicamentos recetados y los procedimientos para bajar de peso son otras opciones para tratar la obesidad.
Síntomas
El índice de masa corporal, o IMC, se suele utilizar para diagnosticar la obesidad. Para calcular el índice de masa corporal, multiplica el peso en libras por 703, divídelo por la estatura en pulgadas y vuelve a dividirlo por la estatura en pulgadas. O divide el peso en kilogramos por la estatura en metros al cuadrado. Hay varias calculadoras en línea disponibles que ayudan a calcular el índice de masa corporal.
Ver la calculadora del índice de masa corporal
Índice de masa corporal | Peso |
---|---|
Inferior a 18,5 | Peso insuficiente |
De 18,5 a 24,9 | Sano |
De 25,0 a 29,9 | Sobrepeso |
30,0 o superior | Obesidad |
Los asiáticos con un índice de masa corporal de 23 o más pueden presentar un mayor riesgo de tener problemas de salud.
Para la mayoría de las personas, el índice de masa corporal brinda un cálculo aceptable de la grasa corporal. Sin embargo, el índice de masa corporal no mide directamente la grasa corporal. Algunas personas, como los atletas musculosos, pueden tener un índice de masa corporal en la categoría de obesidad, aunque no tengan un exceso de grasa en el cuerpo.
Muchos profesionales de la salud también miden el contorno de la cintura de una persona para ayudar a orientar las decisiones de tratamiento. Esta medición se conoce como circunferencia de la cintura. Los problemas de salud relacionados con el peso son más comunes en los hombres con una circunferencia de la cintura superior a 40 pulgadas (102 centímetros) y en las mujeres con una medida de cintura superior a 35 pulgadas (89 centímetros). El porcentaje de grasa corporal es otra medida que se puede usar durante un programa de pérdida de peso para hacer un seguimiento del avance.
Cuándo debes consultar con un médico
Si estás preocupado por tu peso o por los problemas de salud relacionados con el peso, pregúntale al profesional de la salud sobre el control de la obesidad. Con el equipo de atención médica, podrán evaluar los riesgos para tu salud y analizar tus opciones para bajar de peso.
Causas
Aunque existen influencias genéticas, conductuales, metabólicas y hormonales en el peso corporal, la obesidad ocurre cuando se ingieren más calorías de las que se queman con las actividades diarias típicas y el ejercicio. El cuerpo almacena ese exceso de calorías en forma de grasa.
En los Estados Unidos, la alimentación de la mayoría de las personas es demasiado rica en calorías, a menudo procedentes de comida rápida y bebidas altas en calorías. Las personas con obesidad podrían comer más calorías antes de sentirse satisfechas, sentir hambre antes o comer más debido al estrés o la ansiedad.
Muchas personas que viven en países occidentales ahora tienen trabajos con muchas menos exigencias físicas, por lo que no suelen quemar tantas calorías en el trabajo. Incluso las actividades cotidianas consumen menos calorías, gracias a comodidades como los controles remotos, las escaleras mecánicas, las compras en línea y los restaurantes y bancos con ventanilla para autos.
Factores de riesgo
La obesidad suele ser el resultado de una combinación de causas y factores contribuyentes:
Herencia e influencias familiares
Los genes que heredas de tu padre y madre pueden afectar la cantidad de grasa corporal que almacenas y dónde se distribuye esa grasa. La genética también puede cumplir un papel importante en la eficiencia con la que tu cuerpo convierte los alimentos en energía, en la forma en la que regula tu apetito y en la forma en la que quema calorías durante el ejercicio.
La obesidad tiende a presentarse en toda la familia. Eso no es solo por los genes que comparten. Los miembros de la familia también tienden a compartir hábitos alimenticios y de actividad similares.
Opciones de estilo de vida
- Dieta poco saludable. Una dieta que contiene muchas calorías, mucha comida rápida, bebidas altamente calóricas y porciones demasiado grandes, pero pocas frutas y vegetales contribuye al aumento de peso.
- Calorías líquidas. Las personas beben muchas calorías sin sentir saciedad, especialmente las calorías provenientes del alcohol. Otras bebidas altas en calorías, como los refrescos azucarados, pueden contribuir a un aumento de peso.
- Inactividad. Si tienes un estilo sedentario de vida, fácilmente puedes ingerir al día más calorías de las que quemas a través del ejercicio y las actividades de la rutina diaria. Mirar las pantallas de computadoras, tabletas y teléfonos es inactividad. La cantidad de horas que pasas frente a una pantalla está altamente asociada con el aumento de peso.
Ciertas enfermedades y medicamentos
En algunas personas, la obesidad puede tener una causa médica, como el hipotiroidismo, el síndrome de Cushing, el síndrome de Prader-Willi u otras afecciones. Los problemas médicos, como la artritis, también pueden hacer disminuir la actividad física, lo que puede provocar el aumento de peso.
Algunos medicamentos pueden llevar a un aumento de peso si no los compensas mediante la alimentación o la actividad física. Estos medicamentos incluyen esteroides, algunos antidepresivos, medicamentos anticonvulsivos, medicamentos para la diabetes, medicamentos antipsicóticos y ciertos betabloqueadores.
Problemas sociales y económicos.
Hay factores sociales y económicos relacionados con la obesidad. Es difícil evitar la obesidad si no tienes lugares seguros para caminar o hacer ejercicio. Puede que no hayas aprendido a cocinar de forma saludable, o quizás no tengas acceso a alimentos más saludables. Además, las personas con las que pasas tiempo pueden influir en tu peso. Es más probable que desarrolles obesidad si tienes amigos o parientes obesos.
Edad
La obesidad puede ocurrir a cualquier edad, incluso, en niños pequeños. Sin embargo, a medida que envejeces, los cambios hormonales y un estilo de vida menos activo aumentan el riesgo de obesidad. La cantidad de músculo en el cuerpo tiende a disminuir con la edad. Una menor masa muscular suele derivar en una disminución del metabolismo. Estos cambios también reducen las calorías que necesitas y pueden hacer que resulte más difícil evitar el exceso de peso. Si no controlas de forma consciente lo que comes y no haces más actividad física a medida que envejeces, es probable que aumentes de peso.
Otros factores
- Embarazo. El aumento de peso es común durante el embarazo. Para algunas mujeres, después del nacimiento del bebé, es difícil perder ese peso que aumentaron. Ese aumento de peso puede contribuir al desarrollo de la obesidad en las mujeres.
- Dejar de fumar. Con frecuencia, dejar de fumar está asociado con el aumento de peso. Para algunas personas, puede llevar a un aumento de peso suficiente para calificar como obesidad. A menudo, esto sucede cuando la gente usa los alimentos para hacer frente a la abstinencia de fumar. Sin embargo, en general, dejar de fumar sigue siendo un beneficio mayor para la salud que continuar fumando. El equipo para la atención de la salud te puede ayudar a evitar un aumento de peso después de dejar de fumar.
- Falta de sueño. No dormir lo suficiente causa cambios hormonales que aumentan el apetito. Lo mismo ocurre al dormir demasiado. También es posible que sientas ganas de comer alimentos con alto contenido de calorías e hidratos de carbono, lo que puede contribuir al aumento de peso.
- Estrés. Muchos factores externos que afectan el estado de ánimo y el bienestar pueden contribuir a la obesidad. Las personas a menudo buscan más alimentos ricos en calorías cuando se enfrentan a situaciones estresantes.
- Microbioma. La composición de las bacterias intestinales se ve afectada por lo que comemos y puede contribuir al aumento de peso o a la dificultad para perderlo.
Aunque tengas uno o más de estos factores de riesgo, no significa que estés destinado a tener obesidad. Puedes contrarrestar la mayoría de los factores de riesgo mediante dieta, actividad física y ejercicio. Los cambios de la conducta, los medicamentos y los procedimientos para la obesidad también pueden ayudar.
Complicaciones
Es más probable que las personas con obesidad desarrollen diversos problemas de salud potencialmente graves, como los siguientes:
- Enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. La obesidad aumenta las probabilidades de tener presión arterial alta y niveles no saludables de colesterol, que son factores de riesgo para las enfermedades cardíacas y los accidentes cerebrovasculares.
- Diabetes tipo 2. La obesidad puede afectar la manera en que el cuerpo usa la insulina para controlar los niveles de glucosa en la sangre. Esto aumenta el riesgo de resistencia a la insulina y de diabetes.
- Ciertos cánceres. La obesidad puede aumentar el riesgo de cáncer uterino, cuello del útero, endometrio, ovarios, mama, colon, recto, esófago, hígado, vesícula, páncreas, riñón y próstata.
- Problemas digestivos. La obesidad aumenta la probabilidad de desarrollar acidez estomacal, enfermedad de la vesícula biliar y problemas hepáticos.
- Apnea del sueño. Las personas con obesidad son más propensas a tener apnea del sueño, un trastorno potencialmente grave en el que la respiración se detiene y se reanuda de forma repetida durante el sueño.
- Osteoartritis. La obesidad aumenta la presión que se ejerce sobre las articulaciones que soportan el peso corporal. También fomenta la inflamación, que incluye hinchazón, dolor y sensación de calor en el cuerpo. Estos factores pueden llevar a complicaciones como la osteoartritis.
- Enfermedad del hígado graso. La obesidad aumenta el riesgo de tener enfermedad del hígado graso, una afección que se debe a los depósitos excesivos de grasa en el hígado. En algunos casos, esto puede llevar a daños graves del hígado, que se conocen como cirrosis.
- Síntomas graves de la COVID-19. La obesidad aumenta el riesgo de presentar síntomas graves si te infectas con el virus que causa la enfermedad por coronavirus 2019, también llamada COVID-19. Las personas que tienen casos graves de COVID-19 pueden necesitar tratamiento en unidades de cuidados intensivos o incluso asistencia mecánica para respirar.
Calidad de vida
La obesidad puede disminuir la calidad de vida en general. Es posible que no puedas hacer las actividades físicas de las que solías disfrutar. Tal vez evites los lugares públicos. Las personas con obesidad pueden incluso sufrir discriminación.
Otros problemas relacionados con el peso que pueden afectar tu calidad de vida son los siguientes:
- Depresión.
- Discapacidad.
- Vergüenza y culpa.
- Aislamiento social.
- Menor rendimiento en el trabajo.
Diagnóstico
Para diagnosticar la obesidad, generalmente el profesional de la salud podría realizar un examen físico y recomendar algunas pruebas.
Por lo general, estos exámenes y pruebas son los siguientes:
- Detallar tu historial médico. Tu equipo de atención médica puede revisar tu historial de peso, tus esfuerzos para bajar de peso, tu actividad física y tus hábitos de ejercicio. También puede hablar sobre tus patrones alimentarios y el control del apetito. El profesional de la salud puede preguntarte sobre otras enfermedades que hayas padecido, los medicamentos que tomas, tus niveles de estrés y otras cuestiones sobre tu salud. También podrían revisar el historial médico de tu familia para saber si tienes más probabilidad de padecer determinadas afecciones.
- Realizar un examen físico general. Esto incluye medir tu estatura, verificar signos vitales como la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la temperatura, escuchar tu corazón y pulmones, y examinar tu abdomen.
- Calcular tu IMC. El profesional de la salud revisa tu índice de masa corporal, denominado IMC. Un IMC de 30 o más se considera obesidad. Los números superiores a 30 aumentan aún más los riesgos para la salud. Haz que te controlen el IMC al menos una vez al año. Esto puede ayudar a precisar tus riesgos generales de salud y los tratamientos que podrían ser adecuados para ti.
- Medir el tamaño de la cintura. La medida del contorno de la cintura se denomina circunferencia. La grasa almacenada alrededor de la cintura, a veces llamada grasa visceral o grasa abdominal, puede aumentar aún más el riesgo de enfermedades cardíacas y diabetes. Las mujeres con una cintura que mide más de 35 pulgadas (89 centímetros) y los hombres con una cintura mayor de 40 pulgadas (102 centímetros) podrían tener más riesgos para la salud que las personas con medidas más pequeñas de cintura. Al igual que con la medición del IMC, la circunferencia de la cintura debe revisarse al menos una vez al año.
- Controlar otros problemas de salud. Si tienes problemas de salud conocidos, tu equipo de atención médica los evaluará. El profesional de la salud también buscará otros posibles problemas de salud, como presión arterial alta, colesterol alto, tiroides poco activa, problemas hepáticos y diabetes.
La recopilación de esta información los ayudará a ti y a tu equipo de atención médica a elegir el tipo de tratamiento que más te convenga.
Tratamiento
El objetivo del tratamiento contra la obesidad es alcanzar y mantener un peso saludable. Esto mejora la salud en general y reduce el riesgo de desarrollar complicaciones relacionadas con la obesidad.
Es posible que necesites trabajar con un equipo de profesionales de atención médica, incluido un dietista, un consejero de comportamiento o un especialista en obesidad, para ayudarte a entender y hacer cambios en tus hábitos alimenticios y de actividad.
El primer objetivo del tratamiento suele ser una pérdida de peso modesta: entre el 5 % y el 10 % de tu peso total. Esto significa que si pesas 200 libras (91 kg), solo tendrías que bajar alrededor de 10 a 20 libras (de 4,5 kg a 9 kg) para que tu salud empiece a mejorar. Pero cuanto más peso pierdas, mayores serán los beneficios.
Todos los programas para la pérdida de peso requieren que cambies tus hábitos alimentarios y realices más actividad física. Los métodos de tratamiento adecuados para ti dependen de tu peso, de tu estado general de salud y de tu voluntad para participar en el plan de pérdida de peso.
Cambios en la dieta
Reducir las calorías y adoptar hábitos de alimentación más saludables es fundamental para superar la obesidad. Aunque quizás pierdas peso rápidamente al principio, se considera que la pérdida de peso constante y a largo plazo es la forma más segura de bajar de peso. También es la mejor manera de nunca recuperar el peso.
No existe una dieta perfecta para perder peso. Elige una que incluya alimentos saludables y que creas que te dará buenos resultados. Los cambios en la dieta para tratar la obesidad consisten en lo siguiente:
- Reducir las calorías. La clave para perder peso es reducir la cantidad de calorías que ingieres, y el primer paso es revisar tus hábitos de comida y bebida. Puedes ver cuántas calorías sueles consumir y cómo puedes reducirlas. El profesional de la salud y tú pueden decidir cuántas calorías tienes que ingerir por día para bajar de peso. Una cantidad normal es de 1200 a 1500 calorías para las mujeres y entre 1500 y 1800 para los hombres.
- Sentir saciedad al comer menos. Algunos alimentos, como los postres, los caramelos, las grasas y los alimentos procesados, contienen muchas calorías en una pequeña porción. En contraste, las frutas y verduras proporcionan un tamaño de la porción más grande con menos calorías. Al comer porciones más grandes de alimentos con menos calorías, puedes reducir la sensación de hambre y consumir menos calorías. También es posible que te sientas mejor con la comida, lo que contribuye a la sensación de bienestar general.
- Elegir opciones más saludables. Para que tu dieta sea más saludable, come más alimentos de origen vegetal. Entre ellos, están las frutas, las verduras y los granos o cereales integrales. Además, elige fuentes magras de proteínas, como frijoles, lentejas y soja, y carnes magras. Si te gusta el pescado, trata de comerlo dos veces por semana. Limita la sal y el azúcar agregada. Consume pequeñas cantidades de grasa y asegúrate de que provengan de fuentes saludables para el corazón, como los aceites de oliva, la canola y los frutos secos.
- Restringe ciertos alimentos. Determinadas dietas limitan la cantidad de un grupo de alimentos en particular, como los alimentos que tienen un contenido alto de hidratos de carbono o de grasa. Pregúntale al profesional de la salud qué planes de alimentación son eficaces y cuáles podrían resultarte útiles. Las bebidas endulzadas con azúcar son una manera segura de consumir más calorías que lo deseado. Limitarlas o eliminarlas por completo es una buena idea para empezar a reducir el consumo de calorías.
- Reemplazos alimentarios. Estos planes proponen reemplazar una o dos comidas al día con sus productos, por ejemplo, batidos o barritas de bajas calorías, y comer refrigerios saludables. Así tendrás una tercera comida equilibrada, con un contenido bajo de grasas y calorías. Este tipo de dieta puede ayudarte a perder peso a corto plazo. Sin embargo, estas dietas probablemente no te enseñen a cambiar tu estilo de vida general, así que es posible que tengas que seguir la dieta si quieres mantener tu peso.
Desconfía de las soluciones rápidas. Las dietas relámpago que prometen una pérdida de peso rápida y fácil pueden ser tentadoras. Pero la realidad es que no existen alimentos mágicos ni soluciones rápidas. Las dietas relámpago pueden ayudar a corto plazo, pero los resultados a largo plazo no parecen ser mejores que los de otras dietas.
De manera similar, puedes adelgazar con una dieta relámpago, pero es probable que recuperes el peso perdido cuando la termines. Para perder peso y no recuperarlo, debes adoptar hábitos de alimentación saludables que puedas mantener con el tiempo.
Ejercicio y actividad física
Realizar más actividad física o ejercicio es una parte fundamental del tratamiento contra la obesidad:
- Haz ejercicio. Las personas con obesidad necesitan realizar al menos 150 minutos a la semana de actividad física de intensidad moderada. Esto puede ayudar a prevenir un mayor aumento de peso o a mantener la pérdida de una cantidad modesta de peso. Es probable que necesites aumentar progresivamente la cantidad de ejercicio a medida que mejoran tu resistencia y estado físico.
- Mantente en movimiento. Aunque el ejercicio aeróbico es la manera más eficiente de quemar calorías y perder el exceso de peso, todo movimiento adicional ayuda a quemar calorías. Por ejemplo, estaciona más lejos de la entrada a las tiendas y toma las escaleras en lugar del ascensor. Usa un podómetro para saber cuántos pasos das realmente en el transcurso del día. Muchas personas tratan de alcanzar los 10 000 pasos todos los días. Aumenta progresivamente la cantidad de pasos que das a diario para alcanzar tu meta.
Cambios de conducta
Un programa de modificación de la conducta puede ayudarte a hacer cambios en el estilo de vida para perder peso y no volver a recuperarlo. Entre los pasos a seguir, tendrás que analizar tus hábitos actuales para entender qué factores, episodios de estrés o situaciones pueden haber contribuido a la obesidad.
- Asesoramiento. Hablar con un profesional de la salud mental puede ayudarte a abordar los problemas emocionales y de conducta relacionados con la alimentación. La terapia puede ayudarte a comprender por qué comes de más y a aprender formas saludables de afrontar la ansiedad. Además, puedes aprender a controlar la dieta y la actividad física, a comprender los desencadenantes que te llevan a comer y a afrontar los antojos. El asesoramiento puede ser individual o grupal.
- Grupos de apoyo. Encontrarás amistad y comprensión en los grupos de apoyo donde otras personas comparten dificultades similares con la obesidad. Consulta al equipo de atención médica, hospitales locales o programas comerciales para la pérdida de peso sobre los grupos de apoyo en tu área.
Medicamentos para perder peso
Los medicamentos para bajar de peso están pensados para usarse junto con dieta, ejercicio y cambios en la conducta, no para reemplazarlos. Antes de elegir un medicamento para ti, el profesional de la salud analizará tu historial médico y los posibles efectos secundarios.
Estos son algunos de los medicamentos más comunes aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) para el tratamiento de la obesidad:
- Bupropión y naltrexona (Contrave).
- Liraglutida (Saxenda).
- Orlistat (Alli, Xenical).
- Fentermina y topiramato (Qsymia).
- Semaglutida (Ozempic, Rybelsus, Wegovy).
Es posible que los medicamentos para perder peso no funcionen en todas las personas y que sus efectos disminuyan con el tiempo. Cuando dejes de tomar un medicamento para perder peso, es posible que recuperes gran parte o la totalidad del peso perdido.
Procedimientos endoscópicos para la pérdida de peso
Este tipo de procedimientos no requiere ningún corte o incisión en la piel. Después de estar bajo anestesia, se insertan sondas flexibles e instrumentos a través de la boca y la garganta hasta el estómago. Los procedimientos comunes incluyen:
- Gastroplastia endoscópica en manga. Este procedimiento consiste en colocar puntos en el estómago para reducir la cantidad de alimentos y líquidos que puede contener a la vez. Con el tiempo, comer y beber en menor cantidad ayuda a la persona promedio a perder peso.
- Globo intragástrico para perder peso. En este procedimiento, se coloca un globo pequeño en el estómago. El globo se llena de agua para reducir la cantidad de espacio en el estómago, por lo que sentirás saciedad comiendo menos cantidad de alimentos. Los globos intragástricos se dejan colocados hasta por 6 meses y, luego, se extraen con un endoscopio. En ese momento, es posible colocar un globo nuevo, según el plan que hayas establecido con el equipo de atención médica.
Cirugía para bajar de peso
La cirugía bariátrica o intervención quirúrgica para perder peso limita la cantidad de alimentos que puedes ingerir. Algunos procedimientos también limitan la cantidad de calorías y nutrientes que puedes absorber, pero esto también puede ocasionar deficiencias nutricionales y vitamínicas.
Estas son algunas de las cirugías comunes para bajar de peso:
- Colocación de una banda gástrica ajustable. En esta cirugía, se coloca una banda inflable en el exterior del estómago que lo divide en dos sacos. El cirujano tensa la banda, como un cinturón, para crear un canal angosto entre los dos sacos. La banda evita que la abertura se expanda. Por lo general, esta banda queda colocada permanentemente.
- Cirugía de baipás gástrico. En esta cirugía, también llamada cirugía de baipás gástrico en Y de Roux, el cirujano crea un pequeño saco en la parte superior del estómago. Luego, se corta el intestino delgado a poca distancia por debajo de la parte principal del estómago y se lo conecta al nuevo saco. Los alimentos y los líquidos fluyen directamente del saco a esta parte del intestino, sin pasar por la mayor parte del estómago.
- Manga gástrica. En esta cirugía, se retira parte del estómago y se crea un reservorio más pequeño para la comida. Es una cirugía menos complicada que el baipás gástrico.
El éxito de la pérdida de peso después de la cirugía depende de tu compromiso para hacer cambios en tus hábitos de alimentación y ejercicio.
Otros tratamientos
Otros tratamientos para la obesidad son los siguientes:
- Hidrogeles. Estas cápsulas comestibles están disponibles con receta médica y contienen partículas diminutas que absorben el agua y se agrandan en el estómago para ayudarte a sentir saciedad. Las cápsulas se toman antes de las comidas y pasan por el intestino en forma de heces.
- Bloqueo del nervio vago. Consiste en implantar un dispositivo debajo de la piel en la zona del estómago. El dispositivo envía pulsos eléctricos a un nervio en esa zona, conocido como el nervio vago en el estómago. Este nervio le indica al cerebro cuándo el estómago se siente vacío o lleno.
- Aspirado gástrico. En este procedimiento, se coloca una sonda a través del abdomen hasta el estómago. Una parte del contenido del estómago se drena después de cada comida.
Estilo de vida y remedios caseros
Es más probable que tus esfuerzos para superar la obesidad den resultado si en tu casa sigues las estrategias junto con el plan de tratamiento formal. Entre ellas se incluyen las siguientes:
- Informarse sobre de la afección. La educación sobre la obesidad puede ayudarte a aprender más sobre por qué desarrollaste obesidad y qué puedes hacer al respecto. Te sentirás con más fuerza para tomar el control y seguir tu plan de tratamiento. Lee libros reconocidos de autoayuda y considera la posibilidad de hablar sobre ellos con el profesional de la salud o el terapeuta.
- Establecer metas realistas. Cuando debes perder mucho peso, es posible que establezcas metas poco realistas, como intentar perder mucho peso en poco tiempo. No te empeñes en conseguirlas sabiendo que vas a fracasar. Ponte metas diarias o semanales relativas al ejercicio y la pérdida de peso. Haz pequeños cambios en tu dieta en lugar de intentar cambios drásticos que es probable que no cumplas a largo plazo.
- Cumplir tu plan de tratamiento. Cambiar el estilo de vida que has llevado por muchos años puede ser difícil. Sé honesto con el médico, terapeuta u otros profesionales de la salud si notas que te estás distanciando de tus metas de actividad física o alimentación. Podrán trabajar juntos para desarrollar nuevas ideas o nuevos enfoques.
- Conseguir apoyo. Haz que tu familia y tus amigos se unan a tus metas para perder peso. Rodéate de personas que te brinden apoyo y que te ayuden en lugar de sabotear tus esfuerzos. Asegúrate de que entiendan lo importante que es perder peso para tu salud. También podrías unirte a un grupo de apoyo para perder peso.
- Llevar un registro. Lleva un registro de comidas y actividades. Este registro puede ayudarte a ser responsable con tus hábitos alimentarios y de ejercicio. Puedes descubrir lo que te impide avanzar. También puedes ver qué funciona bien para ti. Usa tu registro para anotar otros parámetros importantes de la salud, por ejemplo, la presión arterial, los niveles de colesterol y el estado físico en general.
Medicina alternativa
Hay muchos suplementos alimenticios que prometen ayudarte a perder peso rápidamente. Con frecuencia, la eficacia a largo plazo y la seguridad de estos productos son dudosas.
Estrategias de afrontamiento, y apoyo
Habla con el profesional de la salud o el terapeuta sobre cómo mejorar tu capacidad de afrontar las cosas. Ten en cuenta estos consejos para afrontar la obesidad y tu esfuerzo para adelgazar:
- Lleva un diario. Escribe un diario donde puedas expresar dolor, enojo, miedo u otras emociones.
- Conéctate. No te aísles. Intenta realizar actividades con regularidad y reunirte con familiares o amigos periódicamente.
- Únete. Únete a un grupo de apoyo para conectarte con otras personas que estén afrontando desafíos similares.
- Concéntrate. Mantente enfocado en tus metas. Superar la obesidad es un proceso constante. Mantente motivado pensando en tus objetivos. Ten presente que eres responsable de controlar tu enfermedad y de trabajar para alcanzar tus objetivos.
- Relájate. Aprende a relajarte y a manejar el estrés. Aprender a reconocer el estrés y adquirir habilidades para manejarlo y relajarte puede ayudarte a controlar los hábitos de alimentación poco saludables.
Preparación antes de la cita
Hablar con el profesional de la salud de forma abierta y sincera acerca de tus preocupaciones con respecto a tu peso es una de las mejores cosas que puedes hacer por tu salud. En algunos casos, puede remitirte a un especialista en obesidad si hay uno en la zona donde vives. También puede remitirte a un consejero del comportamiento o a un dietista.
Qué puedes hacer
Es importante que participes activamente en tu cuidado. Una manera de hacerlo es prepararte para la cita médica. Piensa en tus necesidades y en las metas del tratamiento. También puedes escribir una lista de preguntas que quieras hacer. Estas pueden ser algunas de las preguntas:
- ¿Qué hábitos alimentarios o de actividad física pueden contribuir a mis problemas de salud y de aumento de peso?
- ¿Cómo puedo abordar las dificultades que tengo para controlar mi peso?
- ¿Tengo otros problemas de salud provocados por la obesidad?
- ¿Debería consultar a un dietista?
- ¿Debería consultar a un consejero del comportamiento que se especialice en el control del peso?
- ¿Cuáles son las opciones de tratamiento para la obesidad y para mis otros problemas de salud?
- ¿La cirugía para bajar de peso u otra intervención son opciones para mí?
Asegúrate de informar al equipo de atención médica sobre cualquier enfermedad que tengas y los medicamentos, vitaminas o suplementos que tomes.
Qué esperar de tu médico
Durante la cita, es probable que el profesional de la salud te haga varias preguntas acerca de tu peso, alimentación, actividad, estado de ánimo y pensamientos, y cualquier síntoma que puedas tener. Es posible que te pregunte lo siguiente:
- ¿Cuánto pesabas en la escuela secundaria?
- ¿Qué eventos de tu vida pueden haber estado asociados con tu aumento de peso?
- ¿Qué, cuándo y cuánto comes en un día normal?
- ¿Cuánta actividad física haces en un día normal?
- ¿En qué períodos de tu vida aumentaste de peso?
- ¿Qué factores crees que afectan tu peso?
- ¿Cómo se ve afectada tu vida cotidiana debido a tu peso?
- ¿Qué dietas o tratamientos intentaste para bajar de peso?
- ¿Cuáles son tus metas de pérdida de peso?
- ¿Estás listo para hacer cambios en tu estilo de vida para bajar de peso?
- ¿Qué crees que te impide bajar de peso?
Qué puedes hacer mientras tanto
Si tienes tiempo antes de la cita programada, puedes prepararte escribiendo un diario de tu dieta durante las dos semanas anteriores a la cita. También puedes registrar cuántos pasos das por día con un cuentapasos, también llamado podómetro.
Y puedes empezar a tomar decisiones que te ayudarán a bajar de peso, entre ellas las siguientes:
- Hacer cambios saludables en tu dieta. Incluye más frutas, vegetales y cereales integrales. Empieza a reducir los tamaños de las porciones.
- Aumentar tu nivel de actividad. Intenta levantarte y moverte por tu casa con más frecuencia. Comienza progresivamente si no estás en forma o si no estás habituado a hacer ejercicio. Incluso una caminata de 10 minutos por día puede ayudar. Si tienes alguna enfermedad o tienes más de cierta edad (más de 40 años en el caso de los hombres y más de 50 en el de las mujeres), espera a hablar con el profesional de la salud para empezar un nuevo programa de ejercicios.
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